Selecciona una merluza de calidad, pídele a tu pescadero que la corte en rodajas de dos dedos de grosor. Limpia y seca bien las rodajas.

Para que los niños disfruten de este plato, puedes usar lomos de merluza congelados sin espinas, asegurándote de descongelarlos correctamente en la nevera 24 horas antes.

Utiliza una cazuela de barro grande o una cazuela baja para cocinar. Salpica las rodajas de merluza por ambos lados y colócalas en la cazuela.

Pica los ajos muy finos y haz lo mismo con el perejil, reservando unas tres cucharadas. Calienta el aceite de oliva en una cazuela y sofríe los ajos picados hasta que estén dorados.

Antes de que el ajo se queme, añade la harina y remueve por unos segundos. A continuación, incorpora el vino blanco rápidamente y mezcla bien con una cuchara de madera.

Vierte el caldo de pescado caliente. Si este no está salado, añade una pizca de sal y deja hervir durante un minuto antes de añadir el perejil picado.

Agrega las rodajas de merluza junto con los guisantes a la cazuela y permite que se cocinen por un lado durante unos tres minutos. Agita suavemente la cazuela para que la salsa vaya tomando consistencia.

Prepara huevos duros: hierve los huevos en agua fría durante 10 minutos desde que el agua empiece a hervir. Pélalos, córtalos en trozos regulares y resérvalos.

Incorpora los espárragos y los huevos duros a la cazuela. Si lo deseas, puedes añadir gambas o almejas para enriquecer el plato.

Sirve dos rodajas de merluza por plato, bañadas generosamente en la salsa verde. Acompaña con un buen pan para no dejar ni rastro de la exquisita salsa.



¡Buen provecho!